Más bella que nunca...
El rostro pálido y perfecto sin necesidad del maquillaje.
Una fina capa de rubor dándole vida a tus mejillas, ahora sobresale más que en cualquier momento por el contraste de los colores.
Los párpados relajados, sin una sola arruga, las pestañas que aún intentan filtrar el sol, que no saben que la luz ya no te molesta, ni te daña.
Los labios cerrados y sin tensión alguna, mostrando su forma y belleza natural, también sin una sola arruga, labios claros, casi tanto como la piel de mármol, labios que te han pintado para ignorar la evidencia de que la sangre se ha congelado en tus venas.
Y el ataúd, que enmarca el eterno retrato.
- Inspirado en la fotografía post mortem... y un día gris.
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