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Mostrando entradas de julio, 2018

Soltar

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El tiempo me hizo un espacio en un lugar. Una cajita perfectamente diseñada para que quepa dentro, moldeada justo para mi cuerpo. Me abraza y  llena de los olores que más me gustan. Es cálida, es cómoda, y parece infinita. Allí dejé de pensar, alejé mi mente para darle más importancia al movimiento, a la secuencia, al pasar. Y poco a poco me adormecí, como en una cuna, suave. Y  viví, habité, transité, con la euforia de lo nuevo y lo familiar, la quietud de la pertenencia. Hasta que un día, por alguna razón, de esa suavidad surgió una espina, que pinchaba apenas, pero que no me permitió volver a mi cómoda posición. El lugar seguía perfectamente moldeado, pero ahora con la espina, era difícil moverse. Viví, habité, transité, todavía. Pero ahora, con un poco de dolor. Poco a poco la espina crece, y a su alrededor otras. Odio la espina, la repudio, intento eliminarla. Pero es justamente la espina la que viene a salvarme, a hacerme notar que hay un mundo más allá de la caja, que no

Reencontrarme

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No puedo dejar de mirar en la bola de cristal un reloj que tiene las agujas al revés melancolía. tic tic tic tic suena el segundero constante, hacia atrás. Busco en el cajón de los recuerdos y observo momentos de vida congelados por alguien más. Necesito volver a encontrarme. Como antes, pero diferente. Nueva.

Pánico ante una hoja nevada

Tan brillante, tan blanca, reluce, y me enceguece, su frío me paraliza, la piel se me eriza. Siento que me cuesta respirar, y que de repente todo parece el doble de inmenso, el triple de difícil, cuatro veces más complejo, cinco más incomprensible. Me pesan los músculos, las extremidades no me responden, mi cabeza da vueltas, y vueltas, y vueltas...

Recuerdos, sueños, retrospectivas

Sé que mirar el pasado genera angustia, que lo importante ahora es vivir el presente y proyectar luz hacia el futuro. Pero ante la necesidad de comprender el regalo del destino, necesito mirar atrás y recordar. ¿Por qué no me salen las palabras de la boca?  Nunca salieron, nunca me esforcé por hacerme escuchar. Era más cómodo quedarme en silencio y reprimir mis deseos, dormirme. Porque llevarlos adelante conllevaba riesgos que me daban miedo. Y estar despierta una energía que no sabía encontrar en mí.  Nunca decidí, la respuesta predeterminada siempre era negativa. No.  Aléjense. Estoy bien en mi esfera llena de neblina y sin esquinas.  Tantas oportunidad que no supe aprovechar, tantas experiencias enriquecedoras que me perdí, y que hoy me generan inseguridades. Tantos cabos sueltos y palabras estancadas en mi garganta hoy, tapan la cañería. Pero también le dan forma. Aún así, no me conforma. Todavía me reprimen esos deseos incumplidos, ignorados, silenciados, que hoy, y solo