Un baile de madrugada.
La
tormenta comenzaba a menguar, ya solo caían pequeñas gotas que molestaban los
ojos de aquellas dos almas, las únicas del lugar, que caminaban juntas, pero
distantes. Había una especie de abismo emocional entre ellos, el viento pasaba
en medio perfectamente, llegando hasta mi y haciéndome vibrar, dejándome
perpleja, temblando, mientras era testigo de la escena.
Se sentaron en un alejado banco de la plaza, llovían lamentos desde sus labios, la verdadera tormenta estaba en sus corazones, y el frío comenzó a sentirse mas penetrante. El lugar estaba inmóvil, las sombras parecían de hielo. Lo único que lograba moverse eran las lágrimas que pude ver caían desde los finos ojos de ella.
Como una cachetada fue la corriente de viento que me hizo volar, haciéndome dar muchos giros en el aire, hasta caer en un pequeño charco. Quizás por el azar del destino quedé en frente de las almas, las cuales, se sacudían entre gritos y temblores. No pude entender muy bien de lo que hablaban, pero de alguna manera, presentí que el amanecer no sería lo único cálido que sentiría ese día.
Lo
siguiente fue rápido: él se alejó dándole la espalda a su vida, un trueno resucitó rompiendo la noche, las
gotas que dormían sobre los árboles se estremecieron y por un segundo volvió a llover,
cayendo sobre los cabellos de ella los cuales habían quedado desordenados luego
de que se abalanzara sobre su víctima. Un rio de tristeza comenzó a brotar de
la espalda del hombre, se escuchó un suspiro, y un ¿Por qué lo hiciste?
La
caída fue dura, el cuerpo se desplomó como si el infierno lo hubiera jalado
hacia abajo, su cabeza golpeó contra el suelo y sus ojos quedaron en frente mío,
fijos, como si me pidieran ayuda.
Desde
lo alto era diferente; frío y distante, pero aquí abajo, a medida que ese
brillo rojo avanzaba hacia mi, se volvía mas cálido.
No
pude ver el rostro de ella, su pelo mojado y desarreglado lo escondía, incluso
su mirada estaba perdida, solo pude ver esa punta metálica que brillaba bajo
las luces de los faroles, dejando caer gotas de agua rojaoscura. De pronto, acercándose,
despejando su rostro, y de rodillas junto a un cuerpo que ya no respiraba, unos
sangrientos labios rojos dijeron –porque no serás de nadie más.
Un
trueno rompe el silencio, una nueva caricia del viento me levanta haciéndome
bailar por la noche. Ya no veo más.
Solo escucho los pasos de una mujer.
- Hikaru San
Y ustedes se preguntarán, quién es ese tal Hikaru?
Bien, es un escritor con el que comenzaré a hacer intercaladamente historias como esta, la cual está inspirada en la entrada llamada "Una noche como ésta".
Este capítulo está escrito por él.
Revisaba tu face y apareció esto y hasta el día de hoy me pregunto who teh fak is hikaru? (?)
ResponderEliminarY veo que no intercalaron nada XDU