La tormenta comenzaba a menguar, ya solo caían pequeñas gotas que molestaban los ojos de aquellas dos almas, las únicas del lugar, que caminaban juntas, pero distantes. Había una especie de abismo emocional entre ellos, el viento pasaba en medio perfectamente, llegando hasta mi y haciéndome vibrar, dejándome perpleja, temblando, mientras era testigo de la escena. Se sentaron en un alejado banco de la plaza, llovían lamentos desde sus labios, la verdadera tormenta estaba en sus corazones, y el frío comenzó a sentirse mas penetrante. El lugar estaba inmóvil, las sombras parecían de hielo. Lo único que lograba moverse eran las lágrimas que pude ver caían desde los finos ojos de ella. Como una cachetada fue la corriente de viento que me hizo volar, haciéndome dar muchos giros en el aire, hasta caer en un pequeño charco. Quizás por el azar del destino quedé en frente de las almas, las cuales, se sacudían entre gritos y temblores. No pude entender muy bien de lo que hablaban...