c:
Estar ahí y sentir que se mueve el piso, que te cuesta estar parado, que la gente está esperando para entrar, para verte, aunque no lo saben, sos vos.
Dejarte inundar por el contexto, el viento que sopla, las luces que se atenúan y se vuelven a prender al llamado de "doy sala". Ver a la manada entrar, pasar por tus costados, inundar todo el espacio. Cabecitas que luchan como plantas por ver el sol.
Y vos ahí, con los músculos contracturados y la cabeza totalmente ajena al cuerpo, volando, desestructurada, relajada y abierta, esperando a que algo entre y te rellene completamente, porque son momentos de vacío hasta que las luces se atenúan de nuevo, y el nuevo contexto te vuelve a llenar.
Se callan las voces, suena la música, la luz se prende una vez más. Un paso, dos pasos, el tercero sos vos, y detrás viene el cuarto. Te ponés el vestuario y te apagás por lo que parece una eternidad.
Suena la armónica, sin armonía, no está ensayado pero sabés qué representa. Él se pasea entre la gente. Pero vos seguís ahí, en tu posición cuadriculada, mirando al piso. Y no te das cuenta pero estás relajado, el nudo de tu estómago desapareció, la mente está en blanco, y el piso te parece cielo, y sos libre, y estás ahí, expuesto, te están mirando, y vos ni te percatás, estás cómodo, como en tu casa, flotando.
Y todo transcurre como lo charlado, aún sin haber ensayado demasiado, lo que salió, salió de adentro, y lo disfrutaste, y la música te recorrió el cuerpo, y entre todos formaste algo, aún en tu individualidad mental, aún en tu propio mundo, aún cuando todos eran abstractos, el conjunto se había materializado.
El elástico que lo ataba a nuestro mundo se cortó, y sonando la armónica se alejó. La música se fue atenuando, los movimientos se fueron ralentizando, y nos volvimos a apagar, y volvimos a la realidad.
Se apagó la luz y se escucharon los aplausos.
Y ahí estabas, de nuevo en la Tierra, de nuevo en la realidad, sin embargo, te habías traído algo de ese mundo, una energía alienígena que no te iba a dejar descansar tan facilmente. Pero así lo querías, y así fue, una experiencia inolvidable.
Dejarte inundar por el contexto, el viento que sopla, las luces que se atenúan y se vuelven a prender al llamado de "doy sala". Ver a la manada entrar, pasar por tus costados, inundar todo el espacio. Cabecitas que luchan como plantas por ver el sol.
Y vos ahí, con los músculos contracturados y la cabeza totalmente ajena al cuerpo, volando, desestructurada, relajada y abierta, esperando a que algo entre y te rellene completamente, porque son momentos de vacío hasta que las luces se atenúan de nuevo, y el nuevo contexto te vuelve a llenar.
Se callan las voces, suena la música, la luz se prende una vez más. Un paso, dos pasos, el tercero sos vos, y detrás viene el cuarto. Te ponés el vestuario y te apagás por lo que parece una eternidad.
Suena la armónica, sin armonía, no está ensayado pero sabés qué representa. Él se pasea entre la gente. Pero vos seguís ahí, en tu posición cuadriculada, mirando al piso. Y no te das cuenta pero estás relajado, el nudo de tu estómago desapareció, la mente está en blanco, y el piso te parece cielo, y sos libre, y estás ahí, expuesto, te están mirando, y vos ni te percatás, estás cómodo, como en tu casa, flotando.
Y todo transcurre como lo charlado, aún sin haber ensayado demasiado, lo que salió, salió de adentro, y lo disfrutaste, y la música te recorrió el cuerpo, y entre todos formaste algo, aún en tu individualidad mental, aún en tu propio mundo, aún cuando todos eran abstractos, el conjunto se había materializado.
El elástico que lo ataba a nuestro mundo se cortó, y sonando la armónica se alejó. La música se fue atenuando, los movimientos se fueron ralentizando, y nos volvimos a apagar, y volvimos a la realidad.
Se apagó la luz y se escucharon los aplausos.
Y ahí estabas, de nuevo en la Tierra, de nuevo en la realidad, sin embargo, te habías traído algo de ese mundo, una energía alienígena que no te iba a dejar descansar tan facilmente. Pero así lo querías, y así fue, una experiencia inolvidable.
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