Ojos color carmín

Ojos color carmín 

Nada más que un simple grito agudo, ahogado entre sollozos, interrumpió por un momento el silencio. Esa noche oscura sin luna y con visibilidad casi nula debido a la niebla, otra vida había sido arrebatada.

Gracias al ruidoso llanto de un niño, los habitantes del pueblo encontraron a la víctima. El cadáver de una mujer de unos veinticinco años, de cabellera negra y con un gran parecido al niño que acababa de quedar huérfano, yacía en el pavimento, frío y pálido.

En las afueras, unos minutos después del crimen, una esbelta señorita descansaba en su cama de terciopelo color carmín, sus ojos brillaban rojos como la sangre y se encontraba seria, meditando tal vez, en un profundo e impasible silencio, en una sosegada oscuridad.

“Dormía tranquilo en mi bolsa de dormir hasta que mi celular sonó en el bolsillo, medio adormilado lo busqué, atendí apresurado y se oyó una voz áspera que me pedía urgentemente que lo ayude”.

Un hombre alto se aproximaba silenciosamente a la puerta de esa lúgubre habitación, daba largas zancadas, pero parecía que sus pies flotaban en el aire, se movía con tanta agilidad, tanta gracia e inmensa elegancia, como todo y todos los que estaban alrededor de esta majestuosa criatura de cabellos rojizos. Lentamente y dando un leve quejido, la puerta de la habitación se abrió, dejando pasar la luz proveniente de las magnificas arañas que colgaban del techo, dejando caer todo su esplendor, y la mujer, lentamente, posó su mirada en el hombre, la mirada de la reina del castillo reflejaba un toque de molestia, pero a los pocos segundos, su mirada cambió, en sus ojos, ahora, se veía… un enigma.

“Caminé bastante, las horas pasaron rápido, perdí la noción del tiempo, seguía cansado, ya no quería caminar, a lo lejos pude distinguir una casa, era lo que más se destacaba en el pueblito al que me dirigía, supuse que seria el lugar de donde me habría llamado el hombre de voz áspera.”

“Entré sigilosamente, intentando no hacer mucho ruido ya que el lugar estaba en completo silencio, mis intentos fueron en vano, cada paso que daba producía un profundo eco y un hombre robusto de cara redonda apareció ante mí y me saludó con la misma voz que había escuchado por el teléfono.”

Una sonrisa de desarrollados colmillos relucientes y blancos se destacó en la oscuridad y el reflejo de unos ojos rojos aparecieron borrosos en la escena.

“Salí de allí apresurado, estaba emocionado por cumplir con mi trabajo, es lo que más me gusta hacer, ir de casería.

Probablemente a lo que yo me refiero con “casería” no es lo mismo a lo que un cazador se referiría, nunca me comería a una criatura tan desagradable como un vampiro.

Sé exactamente a donde me dirijo, cómo prepararme y con qué me voy a encontrar. Estoy listo para eliminar a esa escoria que ha hecho de esta ciudad una ciudad fantasma, en donde la gente no quiere salir por miedo, en donde la población va siendo eliminada lentamente. Elegí el mediodía para atacar. Mientras tanto, esperaré por los alrededores, a esa hora es cuando los vampiros están más débiles, ya que en el amanecer  acaban de “cenar” y en el atardecer están más ansiosos por salir. Además, si se alargara la pelea y la noche cayera sobre mí… estaría perdido.”

La cabellera rojiza era acariciada por un precioso cepillo plateado, el cual era sujetado delicadamente por aquel hombre de perfectos movimientos, ellos ya sabían todo, este ser masculino de piel pálida y fría como el mármol tenía la habilidad de predecir el futuro, ya habían visto la llegada de aquel cazador de cabellos rubios, pero estaban increíblemente tranquilos, disfrutando de la protección interna de aquel lugar, lleno de pesadas cortinas por las cuales no se filtraba ni un rayo de sol.

Ya era el mediodía cuando el campanario de la iglesia del pueblo sonó, los vampiros sabían que el cazador vendría a buscarlos, y el cazador sabía que tendría que entrar en aquel aterrador castillo, ya que los vampiros no iban a salir.

-Muy bien, solo debo correr una de las cortinas y ellos estarán perdidos- planeé para mi mismo.

El cazador entró en el lúgubre lugar y quedó entre las sombras, rodeado por ellas.  Instantáneamente sintió una presencia majestuosa, pero aterradora.

Me voltee y lo primero que vi fue una línea brillante, al segundo, una llamarada roja, que no desprendía calor, y luego… silencio y oscuridad.

La vampiresa jugaba a las escondidas. El cazador estaba aburrido, no le gustaba el juego, vislumbró el lugar donde estaban las cortinas y corrió evadiendo los intentos de rasguños y mordidas, abrió las cortinas, la vampira paró en su lugar… pero no se quemó por el sol, el cielo estaba oscuro, era de noche.

La luz de la luna me iluminó el rostro y el de ella, llenando de plateado la escena, dejando ver su cara demasiado brillante y borrosa, ella sonrió. Era una sonrisa torcida, encantadora pero a la vez aterradora.

“No fue tan fácil como pensabas” – dijo la vampiresa en un tono de superioridad. 

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      Sólo un relato de mi autoría. Siempre me gustó escribir historias, pero hace un tiempo dejé de hacerlo, simplemente porque nunca me gustó compartirlas y el hecho de escribirlas para mi misma no me llamaba mucho la atención. 

     ¿Por qué nunca me gustó compartirlas? No sé, a mis escritos les pongo mucho de mi, y tal vez el lector no se dé cuenta, pero se puede descubrir mucho de una persona entre las lineas de un relato, hay un dejo de cada autor, y yo soy el tipo de persona reservada y cerrada que no suele mostrar mucho de si. Que se yo, tal vez sea un poco de paranoia. 

      Este escrito en particular lo hice para una clase de literatura, por lo tanto lo tuve que compartir con mis compañeros, apareció publicado en el diario escolar y digamos, ya es público, por lo tanto no me da tanto pudor hacerlo conocido. 

Ojalá lo disfruten y oh, esta ha sido una publicación bastante seria, es extraño en mi. 

 Leer libros me inspira a crear entradas en el blog, tengo que leer más seguido.