Ouroboros

Dentro mío, unas manos pálidas estrujan mi esófago.
No es una sensación nueva. Ya la he sentido. No la extrañaba.
Miro a un lado, a otro, doy una vuelta, y no encuentro mi sombra.
La luz que me ilumina es demasiado difusa.
La soledad se hace más grande cuanto más la pienso.
Recorre mis venas y se vuelve carne cuando no detengo mi mente.
Acudo a la compañía de cuerpos ajenos,
y me culpo por depender de otros,
no quiero admitir que los necesito,
y aunque la soledad se vuelva efímera,
aparece ese malestar, que no me conforma.
Y otra vez me castigo por no ser quien quiero,
por no encontrarme estando conmigo,
por depender.
Y así como el ouroboros, yo misma me fagocito.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Expo Bótica~

Todo lo que se llevó el 2020