Soltar

El tiempo me hizo un espacio en un lugar. Una cajita perfectamente diseñada para que quepa dentro, moldeada justo para mi cuerpo. Me abraza y llena de los olores que más me gustan. Es cálida, es cómoda, y parece infinita. Allí dejé de pensar, alejé mi mente para darle más importancia al movimiento, a la secuencia, al pasar. Y poco a poco me adormecí, como en una cuna, suave. Y viví, habité, transité, con la euforia de lo nuevo y lo familiar, la quietud de la pertenencia. Hasta que un día, por alguna razón, de esa suavidad surgió una espina, que pinchaba apenas, pero que no me permitió volver a mi cómoda posición. El lugar seguía perfectamente moldeado, pero ahora con la espina, era difícil moverse. Viví, habité, transité, todavía. Pero ahora, con un poco de dolor. Poco a poco la espina crece, y a su alrededor otras. Odio la espina, la repudio, intento eliminarla. Pero es justamente la espina la que viene a salvarme, a hacerme notar que hay un mundo más allá de la caj...